sábado, 24 de marzo de 2012

Subida al Piltri

Están por todas partes. En los albergues, en los campings, en los hostales, en las estaciones de servicio, en el margen de la polvorienta ruta 40, en los supermercados, en los refugios de montaña y en las orillas de los 7 lagos. Esto es territorio mochilero. Viajeros de todas las nacionalidades, siempre de paso, siempre compartiendo historias. Algunos viajan en bicicleta, otros a dedo, la mayoría en colectivo, unos pocos, los más experimentados, se mueven solamente a pie. Unos cuantos llevan meses en ruta, otros acaban de empezar, y luego hay otro tipo de viajero que vive en un permanente estado de transhumancia. Los chilenos se mueven desde el sur, los colombianos desde el norte, europeos y americanos buscan dar la vuelta entera. Muchos quieren llegar los más al sur posible. Ushuaia, en el extremo austral de la tierra, parece ser una meta común para los mochileros más extremos. No para mi, gracias, yo me vine buscando el rítmico latir del trópico, la dulce brisa del Caribe y el delicado toque del tambor primordial.




Más de diez mil kilómetros recorridos, cien camas diferentes, toneladas de pan con queso y litros de sopa de sobre. A lo largo de este camino de más de diez mil kilómetros hemos tenido el privilegio de conocer a grandes personalidades que de otra manera permanecerían en el anonimato relativo de las vidas ajenas. Gente que nos abrió las puertas de su casa y compartieron lo poco o mucho que había en sus neveras con nuestros hambrientos cuerpos. Muchísimas historias compartidas, horas y horas de carcajadas cacofónicas quedarán grabadas para siempre en el magnetófono de la memoria.




Caras que empiezan a repetirse, voces que suenan familiares. Gente que cree en otras vidas y gente que te enseña que lo más importe en esta vida es pedir. Pedirle a dios, o si se prefiere, pedirle al universo, puesto que éste siempre tiene algo que ofrecer, por lo menos otro día para seguir caminando. 



El paisaje es infinito, inabarcable. Los caminos se bifurcan a cada momento, a veces falta tiempo para pararse a considerar las opciones. Cada día es un nuevo giro en la rosca de tornillo que no se detiene por nada. Las alambradas pueden delimitar la propiedad de algunos afortunados, pero nunca podrán detener al caminante sediento de experiencias, sea cual sea el motivo de su viaje personal: un futuro mejor para los suyos o una colección de experiencias diferentes a las cotidianas. Noticias desde la distancia que pretenden alegrar la vida de los que se quedaron en casa.




En mi caso, ahora empiezo a entender mejor cual es la fuerza que me impulsa a seguir adelante. Puedo mirar atrás y comprender la suerte que he tenido hasta el momento: dos meses y medio libres de amargas incidencias, sigo enterito y con todo mi equipaje intacto. En casa todos siguen bien aunque algunos se hayan mudado permanentemente a otra latitudes más allá de las estrellas. Lástima que no pueda incluir ese lugar celestial en mi ruta, eso lo guardo para otro viaje. Cual es pues el próximo destino? En realidad no importa tanto. Lo que si importa es empezar a tener la certeza que vaya a donde vaya encontraré buena gente. A pesar de la pobreza, la miseria, la enfermedad, la corrupción, la crisis financiera global, el maltrato a los animales, la violencia y el resto de males que salieron de la caja de Pandora, el mundo sigue siendo un lugar maravilloso. Lo saben los animales y las plantas.  Lo saben también los viajeros mochileros y por eso avanzan con paso firme. Por los caminos de tierra, en las gasolineras, en los trenes y, sobretodo, en los albergues. Sin miedo a hablar con otros viajeros, sin dejar que la envidia les consuma, cada cual con su viaje particular y todos al unísono en este viaje cosmológico que nos ha de llevar si o si a un destino feliz. 




Por cierto, anteayer subimos el cerro Piltriquitrón, 2000 m de altura y un paisaje espectacular desde la cumbre, hoy día aun pican las agujetas. Ahorita salimos para Chile desde Bariloche y empezamos a  ascender hacia el norte, ya nos cansamos del frío patagónico.


Life is just a ride.


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martes, 20 de marzo de 2012

El Bolsón

Amanece en El Bolsón. Esta noche hemos pasado mucho frío. El rocío de la mañana ha convertido el interior de la carpa en un acuario. Francesca está todavía dormida, la envuelvo en mi saco de dormir. literalmente se ha congelado esta noche. Salgo a trompicones buscando el calor de los primeros rayos de sol y me sorprende de inmediato la escarpada hilera de cerros por entre los que se filtra el sol desde el este. Luego un clan de gallinas me adelantan por la izquierda y más adelante un cachorrito de dogo argentino blanco nieve corretea en círculos.  El lugar es precioso. He pensado varias cosas para escribir pero ahora mismo me tiemblan todavía los dedos y me da pereza teclear.  Así que dejo unas fotos que hablan por si solas.






Por cierto la camiseta que llevo en la foto de la entrada anterior es la del Cerro Porteño, el "equipo del pueblo" de Asunción. Curiosamente sus colores son exactamente los mismos que los del Barça, y como sucede también en nuestra liga, su archienemigo, el Olimpia, viste de blanco. 



lunes, 19 de marzo de 2012

Patagonia express



Patagonia express se adentra en tierra de dinosaurios, esto es territorio Mapuche.
Patagonia express es un medio de transporte. A veces es un tren, a veces un barquito colectivo, a veces un camión Iveco con 45 toneladas de productos de limpieza a su espalda. Patagonia express es una idea, un estado de ánimo, un viaje através de la escurridiza naturaleza del tiempo. Esta vez hemos bajado al sur de Argentina. De Buenos Aires a Bahia Blanca, después Neuquén y San Carlos de Bariloche. Hay un lago inmenso llamado Nahuel Huapi y hace frio, se acabó el verano. Surfeamos la ola multidimensional de recuerdos e historias, el paisaje evoca momentos pasados en Graus, la Puebla y las carreteras entre los lagos y luego el rio. En la cafetería huele a chocolate fundido, afuera huele a ceniza mojada y madera.



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Patagonia Express es un mate calientito a media tarde, ya sea dulce o amargo. Se dice que depende de la persona que lo prepara, a más dulce en el corazón, más amargo se tomará el mate. 


Con Franco, el compañero conductor de la foto, tomamos el mate amargo. Estos momentos han pasado ya a la historia, como los viejos roqueros de la Pampa y todos los altares al Gauchito Gil en el margen de la carretera. Cuando nos despedimos de él, se alejó diciendo a gritos el nombre del pueblito en el que vive, "preguntá por Franco, Franco en mi pueblo sólo hay uno"!!


Antes de emprender el camino visitamos la ciudad de La Plata y fuimos huéspedes en casa de Nico, conocido de conocido de Lucía, a quien conocí meses atrás en Cusco. Ya se sabe que la energía veces fluye y toma caminos caprichosos.

La Plata está a una hora en tren desde Buenos Aires y es una  ciudad bonita de aire estudiantil y artístico. En el teatro al aire libre tomé esta foto de Francesca. 
En casa de Nico charlamos hasta la madrugada, escuchamos mil canciones y tomamos vino tinto hasta perder la memoria.
Patagonia express de repente te despierta de madrugada con el rítmico traqueteo que te recuerda que estás en un tren. Como hipnitizado, extraes tu cámara fotográfica de la bolsa que a la vez sirve de almohada y te tambaleas como un zombi hasta el espacio de conexión entre vagones, fumadero constante y morada de los personajes más pintorescos de la Argentina bizarra. El brillo que entra por los portones de metal que están abiertos de par en par anuncia la salida del sol, deben ser las 7 de la mañana. 






Saco el cuerpo del vagón y empiezo a tirar ráfagas de fotos en un acto temerario pero casi intuitivo. No escucho absolutamente nada de lo que dice una mujer de tamaño minúsculo recostada en el metal al otro lado del pasillo, todavía estoy dormido. 
Patagonia express són los miles de kilómetros de tierra vieja y solitaria. Los mosquitos que chocan en la luna delantera. Las plantaciones de manzanas, de peras, los gaseoductos y, sobretodo, las centrales hidroeléctricas a lo largo del Río Limay. 




Patagonia express son las horas muertas. Los piquetes en la carretera a las 3 de la madrugada, cuando faltan apenas 10 kilómetros para llegar a tu destino, si es que existe alguno. Patagonia express es la gente que te mira, te habla y te sirve un asado para tres personas. También los peatones que se cruzan contigo en la calle y  te desean "buen viaje, a donde sea que vayan, buen viaje!!"




Ahora tenemos Chile a tiro de piedra, seguramente entraremos a visitar dentro de unos días, pero primero queremos pasar por un pueblecito hippie llamado El Bolsón, a 140 kilómetros de Bariloche. Patagonia express asciende a los Andes y te lleva a lugares extraños e impredecibles, pero en la distancia siempre se siente más que nunca el cariño de los que se rezan por nosotros.


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domingo, 11 de marzo de 2012

Como en casa en Buenos Aires

Ahhh... La vida. Ahora nos encontramos en la ciudad de Buenos Aires. Concretamente en Calle Rivadavia, la más larga de toda la urbe con más de 15 Kilómetros, número...imposible de recordar, pero es justo a la altura de la Plaza del Congreso. Se empieza a sentir el declive del verano austral en la capital Argentina y se nota especialmente en torno al mediodía, cuando la ventana que da al balcón de casa de Braian deja entrar una brisa fresca y salada. Como dijo un buen gitano, en las calles de Buenos Aires hay protestas por algún que otro motivo día si y día también, pero hoy es domingo y el aire trae consigo una anhelada quietud  que apacigua nuestros corazones. El ruido de motores parece más lejano. No hay gritos ni bocinas. Ni siquiera la mujer peruana que vende lomo saltado y tallarines verdes en la Plaza del Congreso se ha levantado hoy para llenar el ambiente de mensajes innecesarios.
Recuerdo que ayer se nos hizo de día en el colectivo 151 cuando volvíamos de fiestear. Pero antes me permitiréis que rebobine unos cinco días para dar cuenta de cómo hemos llegado a esta situación.

De Asunción tomamos un bus a Encarnación, en el extremo sur de Paraguay. Seis horas de trote motorizado, 50000 guaranís. Asientos incomodísimos que parecen diseñados a conciencia para producir hernia discal en los inocentes pasajeros. Al llegar descubrimos que en esta ciudad el centro de máxima actividad es la mugrienta plaza que limita con la terminal de autobuses. Comedores populares de a 3 euros la vaca rustida, bebedores empedernidos de tereré y el habitual ir y venir de los colectivos, taxis, mototaxis, vendedores ambulantes, compradores ambulantes y mirones profesionales.Encarnación recibe el sobrenombre de "la Perla del Sur", e injustamente en mi opinión está considerada la ciudad más bonita del país.



Allí pasamos dos días sin saber muy bien porqué y lo más interesante que hicimos fué visitar las ruinas jesuíticas de Trinidad.


El sol está justo en su altura máxima y convierte estas ruinas en un gigantesco horno de piedra 
Nos colamos sin pagar y encima tuvimos el lugar entero para nosotros solos
De Encarnación tomamos un colectivo a través de la frontera con Argentina hasta la ciudad de Posadas. En la aduana tuvimos dos contratiempos menores: 1- Tuvimos que esconder nuestros plátanos puesto que no está permitido cruzar la frontera con ningún tipo de fruta o vegetal. 2- La atractiva oficial de inmigración argentina me preguntó: ¿A dónde vas?, a lo que yo respondí: A Argentina. Obvio.


La primera ciudad que uno encuentra al entrar en el país desde Encarnación se llama Posadas y es la capital del estado de Misiones. La ausencia de socavones en el asfalto nos informa de que estamos en un país con una economía más potente, o por lo menos con un mínimo interés por el mantenimiento de sus infraestructuras, completamente ausente en paraguay. Atravesamos Posadas hasta el extremo sur desde donde pretendíamos hacer autostop y llegar hasta la ciudad de corrientes, a unos 350 km siguiendo la ruta 12 que conecta con Buenos Aires. Resultado: 5 horas al sol, Francesca se durmió debajo de un árbol, y solamente nos recogió un conductor de colectivo para dejarnos apenas 5 kilómetros a las afueras de la ciudad. Finalmente desistimos y decidimos volver hasta la terminal de autobús y pagar por el viaje de 13 horas hasta Buenos Aires. 300 pesos: 60 euros, escuece. 
Llegamos a la capital a la madrugada siguiente tras una de esas noches de constante búsqueda de una postura cómoda para dormir unas cuantas horas por lo menos del tirón. 
Intentamos contactar con couchsurferos y otros recursos para conseguir cama gratis sin mucho éxito, así que acabamos chequeando en el Mate Hostel por 55 pesos cada uno. A la izquierda estamos compartiendo mate con nuestros compañeros de desayuno entre los que se encontraban míster Perú 2007, en serio. Ese mismo tarde contactamos con Baian a través de CS y nos ofreció quedarnos en su casa por unos días. 
Ahora llevamos en Buenos Aires cuatro noches y estamos encantados con la ciudad. La arquitectura recuerda a Barcelona y predomina aquí una onda europea inédita hasta ahora en los otros lugares que hemos visitado. No es mi intención describir exhaustivamente aquí el porqué de la magia de esta ciudad, esa información se puede encontrar en cualquier guía turística. Tampoco voy a gastar saliva describiendo el carácter de los argentinos que hemos conocido hasta el momento, eso debe ser experimentado por cada uno. Me limitaré a decir que estar aquí es una experiencia fantástica y seguro que, como ya sucedió en Asunción, nos va a costar mucho despedirnos de Buenos Aires hasta quién sabe cuando. 


Colectivo y antiguo puente de carga en el barrio de Boca

Francesca intentando encontrarse en el mapa y Torre del Fantasma en el fondo

Monumento funerario en el laberíntico cementerio de Recoleta. En este  cementerio yacen los restos de Evita Perón

Plaza del Congreso


Tanto Francesca como yo coincidimos en que nos gustaría vivir en Buenos Aires por un tiempo. Aquí nos sentimos como en casa rodeados de juventud, cultura y hospitalidad. Tanto es así que hoy domingo no hemos salido aún de casa de Braian. Supongo que la comodidad siempre implica un cierto grado de pereza, especialmente tras una noche larga y  cerveceada como la de ayer. 


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miércoles, 7 de marzo de 2012

Calle Tacuary

A pesar de que la gran Asunción tiene cerca de 2 millones de habitantes y ocupa una superficie de 900 km2, la mayoría de la actividad se encuentra, al menos en nuestra experiencia, alrededor de la calle Tacuary, a dos cuadras de la céntrica Plaza Uruguay. 
Recién llegados, el colectivo 31 nos transporta desde la oscura terminal de autobuses al menos oscuro centro de la ciudad. Es domingo y en las calles, como ya sucediera en Cuiabá, no hay ni un alma. Apenas algunos jóvenes descalzos deambulan en torno a las intersecciones de las calles principales. Cae la noche y chequeamos por conveniencia en la pensión Da Silva, una preciosa casa baja de estilo colonial y alcobas ridículamente espaciosas. Al día siguiente buscamos algo más barato y, aconsejados por una pareja de artesanos argentinos, nos dirigimos al hotel Sheik, en la misma calle Tacuary pero cuatro cuadras al sudoeste. En el trayecto entre pensión y hotel encuentro una bolsa llena de flores de primera calidad tirada en el suelo, como esperando a que yo la recoja. Por un momento dudo si no se tratará de una de esas situaciones en que la policía corrupta coloca substancias ilícitas en tu persona para darte el alto más adelante y acabar solicitando un soborno a cambio de no llevarte preso. Miro a mi alrededor, evalúo la situación sobre la marcha, recojo la bolsa como en un gesto cotidiano de recojer una moneda caída del bolsillo y continúo caminando. Horas más tarde al volver de nuestro paseo vespertino somos abordados por un catalán llamado Marc y su colla de amigos Paraguayos Dani, Laura y Pepi.
Manos en el cielo vistas desde la habitación del hotel Sheik
Con ellos tomamos cervezas hasta estar ebrios en lo que sería el inicio de una fugaz pero intensa amistad que se extendería físicamente hasta nuestra partida de Asunción cuatro días más tarde, y virtualmente hasta el infinito. Esa misma noche comprobaríamos que la calle Tacuary, y en concreto el hotel Sheik es el punto de reunión nocturno para las travestis de Asunción.Vive y deja vivir.
Al día siguiente jugué a fútbol con nuestros nuevos amigos y los chavales del barrio en la cancha de "las escaleritas", a tres cuadras oeste de Tacuary. Recibimos  una paliza de categoría. 
Animados por Laura y los perros (así es como se denomina en Paraguay a tu grupo de amigos), tomamos un colectivo hacia el pueblo de Areguá, a una hora al este de Asunción. Allí pasamos dos días fantásticos en casa de Elmer entre canciones, humo de flores, tinto de verano y lluvia templada.
Catalanes en Paraguay: Marc y Javi



Marc y Elmer al tinto de verano

En casa de Elmer aprendimos harto, como la terrible muerte del explorador Magallanes degollado por nativos cuando, en busqueda de la ruta de las especias, cometió el error de adentrarse en el laberinto de las Islas Filipinas.
Al volver a la capital, absolutamente maravillados por el ritmo de vida Paraguayo, decidimos quedarnos unos días más y aprovechar las conexiones tan positivas que habíamos establecido con los chicos. Transportamos nuestros trastos a casa de Pep, a tres cuadras noroeste de la calle Tacuary. Pep es otro catalán en Paraguay, y desde su casa en el sexto piso de uno de los edificios más altos de Asunción, tomé esta fotografía de una fantástica salida de sol. Ya la última noche antes de partir para Encarnación, tomamos unas cervezas de despedida en el Planta Alta, dos cuadras noroeste de Tacuary, una galería de arte contemporáneo que alberga en su azotea un barecito donde se reúne la juventud alternativa de Asunción. Desde allí presenciamos la siguiente puesta de sol en un estado ebrio-melancólico mientras la tarde se hizo noche y olvidamos por completo que pretendíamos agarrar el bus para Encarnación. 

Puesta de Sol desde el Planta Alta

Finalmente conseguimos desengancharnos de Asunción con los primeros rayos de sol a la mañana siguiente y, muy apenados, nos alejamos de esta ciudad casi sin mirar atrás por miedo a sucumbir de nuevo al ritmo paraguayo, el tereré (té de yerba helado), la conversación eterna y la buena compañía.


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viernes, 2 de marzo de 2012

Foz do Iguaçu y Ciudad del Este

Tenía que escribir algo... Mas café, más flores por favor.

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A Foz do Iguaçú llegamos desde Sao Paulo en un viaje en bus largo pero relativamente acomodado. Alrededor de la terminal de llegada buscamos un hotel barato entre las dunas de polvo y los escombros oxidados. Algunos infieles se percatan de nuestra presencia y nos otean desde el margen de la carretera recostados en carretillas forradas con restos de almohadas. Como no esncontramos nada de nuestro interés, pegamos un bus hasta el centro de la ciudad con la esperanza de que el escenario mejore un poco. Allí seguimos las instrucciones de nuestra guía Lonely Planet para encontrar el Albergue Paudimar: ambiente internacional, piscina, desayuno imsípido pero ilimitado y gimnasio con un saco de boxeo que en algún momento se convertiría en el blanco de mi ira proyectada en forma de puñetazos y patadas.


Iguaçú significa "agua grande" en idioma guaraní. Las famosas cataratas, que en 2011 fueron elegidas una de las 7 maravillas naturales del mundo, se encuentran justo en la frontera entre Argentina y Brasil. Es posible visitar los saltos de agua desde ambos lados, cada visita previo pago de su correspondiente sobrevalorado ticket de entrada del que solo una parte mínima se destina al fondo de mantenimiento y desarrollo del parque natural.
El lado brasileño ofrece vistas impresionantes de los saltos de agua, un paseo de unos 4 kilómetros en el que uno se ha de abrir paso a través de los turistas para poder sacar una foto como la anterior. Parece que estamos solos eh? A la derecha un retrato de un servidor tomado por Francesca
A la izquierda uno de los saltos más acentuados que se observan desde el lado brasileño: "la garganta del Diablo". Impresionante.

Al dia siguiente de visitar las cataratas, decidimos sobre la marcha un cambio de rumbo inesperado. Foz do Iguaçu tiene frontera hacia el oeste con Paraguay, tan sólo es preciso cruzar (una vez más) el Rio Paraná. 

Puente de la amistad, escenografía almodovaresca. Debido a la falta de sangre en las venas del conductor del colectivo, pasamos de largo la aduana brasileña y ahora debemos cruzar el puente a pie por partida doble: 1 kilómetro dirección Este para que los oficiales brasileños certifiquen nuestro abandono de su país, y 1 kilómetro de vuelta dirección Oeste para que la aduana paraguaya nos conceda un permiso de visita a su país durante un máximo de 90 días. El puente en sí mismo es una estructura horizontal de diseño inespecífico. Barandillas oxidadas que recuerdan a los plegatines de los moteles de carretera reposan sobre un lecho de cemento corrosivo. Llueve con fuerza desde el norte. A medio camino estamos empapados y caminamos sobre oleosos charcos. Francesca se ha quedado atrás y me grita algo como "te dije que teníamos que coger los putos chubasqueros". En cualquier caso, el oficial de inmigración paraguayo tiene cara de perro mostachudo, nunca ha oído hablar de Chipre y aprenas mueve los labios mientras murmura una información tan escasa como irrelevante que puede ser traducida en Español de España como ""pueden pasar".

Ciudad del Este es la segunda ciudad más poblada de Paraguay. Fué fundada en 1957 por decreto del dictador Alfredo Stroessner y actualmente es la tercera mayor zona de libre comercio del mundo, después de Miami Y Hong Kong. Tras cruzar la frontera el escenario parece post apocalíptico. A pie de calle, quebrados torrentes de agua fétida. Hordas de taxistas, cambistas, contrabandistas y otros gremios de sanguijuelas urbanas se apilan en las esquinas con la esperanza de llevarse al bolsillo unos cuantos billetes de cualquier divisa. En contraste, grandes pantallas LED anuncian a ambos lados de la avenida las mejores ofertas disponibles en los almacenes de tecnología asiática. Locura. Vigilantes de seguridad privada armados con pistola, escopeta y granadas de mano. Hermosas prostitutas entrando en fila india en los lujosos coches aparcados junto al lago. 


No existen fotos de Ciudad del Este porque no hay nada allí que merezca ser fotografiado.

Al dia siguiente caminamos hacia la terminal de autobuses y compramos billetes para Asunción por 50000 guaranís cada uno, 10 euros por 6 horas de viaje. Por lo menos salir de este estercolero nos ha salido barato.


Ahora llevamos 4 dias en la capital y hemos conocido a gente muy interesante que nos han llevado de paseo y nos han hospedado en sus cálidas casas. Mi siguiente entrada será en consecuencia mucho más alegre, dentro del margen que me concede el duelo. 


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jueves, 1 de marzo de 2012

Yaya



Hay un soplo de aire caliente y húmedo que corre por la ciudad a la altura de los tobillos a acentúa el escozor de las picadas de mosquito. Hay charcos de materia putrefacta que burbujean y desprenden un fétido aroma, como un grito mudo que denuncia la pereza de los hombres. Hay una lluvia perezosa que no moja pero golpea con estruendo la chapa electrizante de los carros aparcados en la calle. Hay un cielo gris cemento y en él huecos como piezas perdidas de puzzle que sólo permiten ver la atmósfera durante unos segundos clandestinos antes de cerrarse como heridas en la piel de Cristo. Este dia un alma cristalina y pura asciende en escalera mecánica a los reinos del señor, saluda afáblemente San Pedro y se hace paso para ocupar un lugar privilegiado en el palco del Nirvana. Mi abuela rezará por nosotros desde el cielo. Nos arropará y nos enseñará a amar aún en la otra vida. A ella le debemos todo lo que somos y en todo lo que nos convertiremos cuando también nuestros cuerpos se apaguen un día. No estoy seguro donde iremos nosotros porque eso depende de la fe de cada uno. Sin embargo tengo la certeza de que María Teresa está en el cielo, finalmente reunida con los que se fueron, eternamente esperando a los que quedamos. 



Fuí educado para pensar que cuando alguien muere no hay motivo para doler durante mucho tiempo... Adiós Yaya, te echare muchísimo de menos, siento no haber estado a contigo al final del viaje. Descansa en paz y acuerdate de mi.