De camino a la zona sur, hemos descendido por la ladera del cerro donde se ubica el centro. No hay palabras para describir el espectáculo visual que este trayecto me ha proporcionado. Además la experiencia se ha visto amplificada por las flores a las que un compañero de hostel me he invitado justo antes de partir. Flores de primera categoría, por cierto, nada de ultraprensado estiércol paraguayo. Este generoso compañero de hostel afirmaba tener un microchip implantado subcutáneamente en su frente, concretamente a dos pulgadas sobre la cuenca ocular derecha. Presuntamente este chip forma parte de una investigación supersecreta de los estados unidos para robar los pensamientos de la gente y volcarlos en el internet, con objeto de suprimir la libertad individual y someter a la humanidad a otra era de capitalismo feroz. Otro rasgo memorable de este personaje fue su habilidad para pegarse pedos de mas de 30 segundos de duración mientras el resto de inocentes viajeros dormíamos, amparado por el anonimato del oscuro dormitorio. Francesca (que le tenía miedo y en consecuencia dormía en estado de semi-vigilancia) incluso afirma que antes de despresurizarse, el terrorista fecal tuvo la indecencia de hacer ejercicios de calentamiento dando vueltas por la habitación. Todo esto pasó en el hostel Pirwa.
También en el hostel Pirwa me recuperé de un terrible virus que me afectó nada mas aterrizar en La Paz. Tuvo que ver un poco el mal de altura. El centro de la paz está a más de 3600 metros de altura y caminar aquí durante treinta minutos cansa como correr la media marathón. También tuvo que ver el bocadillo de pollo que comimos en un restaurante en medio de la nada de camino desde Cochabamba (concretamente una salsa de ají verde extremadamente picante que me serví con desmesura, "mayonesa? eso es para mariquitas"). Sea como fuere, la cuestión es que me puse malísimo. Primero una bofetada de frío que me caló hasta los huesos, no podía parar de temblar. Minutos más tarde se me inflamaron las amígdalas como pelotas de golf, hasta el punto que me costaba esfuerzo respirar. Me autoadministré 500 mg de amoxicilina, me puse toda la ropa que cargo en la mochila y me metí en la cama tapado hasta las cejas sabiendo que iba a ser un infierno de noche. Sufrí pesadillas horribles en las que los mapas de Bolivia se desfiguraban, se corrompían. Intentaba con tenacidad alcanzar un lugar inexistente pero siempre los caminos conducían a una nueva encrucijada, el destino siempre más lejos que al empezar a caminar.
En torno a la medianoche empezó la diarrea. Seis veces tuve que levantarme y esprintar hasta el lavabo a lo largo de los fríos pasillos del hostel. En fin, si hubiese escrito en el blog ese mismo día, el título de la entrada habría sido sin duda: "las horas más bajas". Felizmente al cabo de 24 horas estaba en buena condición para empezar a comer de nuevo y salir a la calle a pasear. Después de la tormenta se hizo la calma. Después de la guerra vino La Paz, menuda maravilla de lugar.
Erróneamente juzgué a la ciudad por las sensaciones horribles experimentadas durante mi fugaz enfermedad. Ahorita no puedo estar más agradecido a la historia universal por haber creado esta maravilla, y al viento por haberme traído hasta aquí.
Una mirada retrospectiva en la história de Bolivia desvela siglos de brutalidad y explotación de las gentes indígenas de manos de los codiciosos conquistadores españoles. De este país se extrajo la plata que catapultó el desarrollo de las grandes economías industriales europeas. Las riquezas naturales de Bolivia fueron robadas y se convirtieron en occidente en el "capital original", en palabras de Marx, motor de arranque del capitalismo que se extiende hasta nuestros días. Así es, todos deberíamos estar agradecidos a los bolivianos por nuestros autos, nuestros móbiles, ropas de marca, etc. En apenas dos siglos después de que se descubriese la plata del Cerro Rico de Potosí allá por el 1550, el 80% de la población indígena del territorio fue arrojada a las fauces de la mina, donde morían como moscas presa de enfermedades y condiciones infrahumanas de trabajo. Escalofriante.
La Paz fue fundada a mediados del S XVI como un punto de descanso para viajeros que transitaban entre Potosí y Cusco. Hoy día es una gran urbe que queda como encajada en las escarpadas laderas de los altos andinos. Un verdadero espectáculo arquitectónico donde los vestigios de la época colonial se encuentran enmarcados por austeras construcciones de ladrillo que se extienden hasta donde alcanza la vista. Iglesias y mercados. Ricos (como nuestros anfitriones) y pobres (como las cholitas durmiendo sobre el frío suelo cerca de la catedral envueltas en capa sobre capa de mantas con vistosos diseños).
En fin, mañana nos vamos al norte, al poblado amazónico de Rurrenabaque, donde vamos a intentar eludir los omniscientes operadores de turismo y visitar el parque natural Madidi por nuestra cuenta. Tardaremos un día entero en llegar, pero el espectáculo de biodiversidad promete (jaguares, monos, caimanes, anacondas y tapires incluidos)
Ahora me está agarrando sueño así que me voy a despedir ya. Hoy una de divagaciones y desviaciones mentales. Así es la vida. Donde me sitúo yo ante todo esto? Por el momento seguir, conversando, contemplando y aprendiendo. Todavía queda un largo camino por recorrer e infinitas cosas por hacer.
El pueblo de Ayacucho, 100 Km al este de Sucre |
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